El caminante del otro mundo mira para todos lados antes de cruzar la calle. Lleva las agujetas de los zapatos atadas a los codos, pues en el otro mundo creen que los puedes perder y nunca recuperarlos.
Camina todos los días por el parque y visita a sus pequeños habitantes. Cada uno le saluda, pero ninguno le ha hablado hasta ahora. Él cree que se trata de su fealdad y que siempre será igual, sin embargo, él camina todos los días por ahí y trata a todos por igual.
Los habitantes del parque son gente rara: son pequeños, muy callados y miran siempre en todas direcciones, pero nunca hacia el interior. Creen que fuera de su parque no puede exisitir nada mas. Caminan encorvados, pese a su tamaño, y llevan las cejas atadas a los zapatos. Ellos creen que un día las pueden perder y nunca recuperarlas.
El caminante del otro mundo nunca hace otra cosa que no sea caminar. Piensa que caminando se vive mejor. Él cree que los habitantes del parque un día le hablarán y, por lo tanto, siempre visita el parque. Se ha dado cuenta de que lejos hay un bosque y un lago y gentes de todos colores, pero él prefiere visitar a la gente pequeña del parque.
La gente del otro mundo no se pregunta porque. Saben que el caminante, caminante siempre será, y la gente pequeña del parque, pequeña se quedará.
Que caminante tan raro, en la vida real hay gente que cuida y guarda sus cosas para cuando llegue el día que no tiene fecha, lo impresionante es que en ocasiones caen en lo absurdo. Se privan de disfrutar de las cosas que surgen en el momento.
Pues si, precisamente eso estoy viviendo en este momento, hay tanta cosas afuera, q lejos de perjudicarnos y causarnos miedos solo nos permiten crecer y lograr nuestras metas. Hay q aventarse y experimentar, por que seguramente hay algo mejor allá afuera.
Jejejeje firulais es un buen nombre para un pez jejeje 🙂
Saludos compadre!