Quería mirarle a los ojos, pero no logré levantar la cabeza. Esta, como un gran tonel, me colgaba del cuello sin poder controlarla. El aire frío de la madrugada se apoyaba en mi nuca, provocando un escalofrío que me recorría la espalda.
Tu, insensible como cada madrugada, me miraste con desprecio y preguntaste:
-¿Qué es lo que quieres de mi?
Yo, aún con la cabeza baja, observé mis esperanzas deslizarse por mis piernas y perderse entre la tierra. De algún modo me resistí a la idea de que todo había terminado. Como un tonto me aferré a una ilusión que intentaba escapar de mi mirada.
-Quiero que me ames -respondí.
Una brisa recorrió mis brazos y se clavó en mi pecho, helándome el corazón, pues te reíste de mi. Luego te diste la vuelta y te alejaste con pasos firmes. No miraste hacia atrás siquiera una vez.
Entonces supe, pero no quise decirlo, que llegaría el día que volverías a mi.
Fasinante Corazon,gracias por compartir tus escritos.Jhoss Smith
Que bueno que te gustó 😀