Son las 3:30 am, Botas se para bajo el marco de la puerta y me llama. Ignoro porqué lo hace, pero sin pensarlo dos veces me levanto y reviso sus platos. Aprovecho para ir al baño. Cuando regreso a la cama, encuentro que ya no quiero seguir durmiendo. Lo necesito, pero no quiero.
Algunos años atrás me jacté de las pocas horas de sueño que necesitaba mi cuerpo. Hoy, si no le dedico cuando menos siete horas de sueño ininterrumpido, tendré problemas. Sin embargo, me revelo contra mi mismo.
No quiero seguir durmiendo.
Lavo un poco de platos, atiendo a Max y a Momo, ordeno un poco la cocina y me preparo una taza de café. Comienzo revisando mi cuenta de correo y reviso todas aquellas cuestiones marcadas como pendientes. Entonces recuerdo una que me ha dado mil vueltas por la cabeza: “Una mirada al mar”.
Localizo el email que me enviaron y reviso una vez más todos los detalles. Entonces comienzo a realizar lo que me parece más prudente. Contacté a casi todos los escritores mexicanos en la lista, cuando menos a las cuentas que encontré en línea. Hasta ahora uno me responde: el proyecto parece auténtico, realizable.
Creo que eso me deja más tranquilo.
“Una mirada al mar” es una antología que se lleva a cabo en Argentina. Me invitaron a participar y decidí enviar tres de mis cuentos. Al momento que escribo esto no tengo la certeza de su veracidad, pero he decidido confiar. Lo peor que puede pasar es que pierda unos pocos pesos. Espero pronto tener buenas noticias.
No les voy a decir de momento los textos que seleccioné, lo dejaré para una siguiente publicación.