Algunos días atrás andaba trabajando desde muy temprano por la mañana. Tenía varias entregas que realizar esa semana, así que el nivel de estrés era bastante elevado. Me preocupaban muchas cosas, y me entristecía el hecho de que el trabajo no parecía disminuir y el dinero no aumentaba.
No me considero una persona que busque el dinero, pero la remuneración por tu trabajo debe ser proporcional, equitativa.
He tomado la costumbre de acostarme un rato en el suelo, para meditar y tratar de relajarme. En cierto momento me di cuenta de que mi vista estaba fija en un cuadro que compré hace algún tiempo. Se trata de una cabaña en un bosque.
Por unos minutos me perdí entre las plantas, las piedras y las rocas en el agua. Casi pude disfrutar del aire fresco en la cara, el sol que se ocultaba tras las copas de los árboles y el sonido de la naturaleza. Entonces me pregunté a mí mismo “¿Por qué no estoy luchando por esto? ¿Por qué ya no es este mi objetivo?”.
Hace algunos años soñaba con la idea de comprar una cabaña en algún bosque tranquilo. Con Internet satelital, por supuesto, agua caliente e inodoro. Recuerdo cuando compré ese cuadro. Me había llamado mucho la atención, porque se asemejaba bastante a la idea que se venía cuajando en mi mente.
Luego vinieron los problemas de dinero, conflictos en el trabajo, clientes que no pagan, etc. En algún punto dejé de pensar en ello. Incluso el cuadro estuvo arrumbado, sin siquiera colgarlo en alguna pared.
Esto probablemente les pasa a todos. En algún punto de nuestras vidas dejamos de mirar hacia donde queremos llegar y nos concentramos en los problemas, el dinero y todas esas distracciones que presenta la vida. Pero también en algún punto debemos detenernos a reflexionar y preguntarnos ¿por qué no estoy luchando más por mis sueños?