Salíamos del café cuando alguien se nos acercó. Portaba un par de muletas y un artilugio en una de sus manos -un llavero con led tal vez-, de esos que sirven para encontrar las llaves en la oscuridad. Joven, de unos veinti tantos años. Nos saludó a la distancia y se acercó un poco. Nos explicó que vigilaba los autos a cambio de unas monedas, que la gente del café le había dado permiso.
Yo, como suelo hacer en esos casos, metí la mano a la bolsa y saqué las monedas que encontré, lo más disimulado posible. Sin mirarlas, conté unos siete pesos, serían más que suficientes. Procedí a meter mi portafolios al auto y a despedirme de mi amigo, quien hizo lo mismo y luego se marchó.
Él, con los brazos apoyados en las muletas, me contó que recién le amputaron una pierna, juntaba dinero para “ella”. Su voz sonaba auténtica, con un dejo de melancolía o preocupación. No puedo decir que su mirada me convenció, pues estaba un poco oscuro, pero algo me dijo que decía la verdad.
Platiqué con él unos minutos. Me contó otras cosas, como parte del proceso de rehabilitación al que se sometería. Vive lejos, en alguna comisaría de Umán. Lee la biblia, me comentó que había franelado todo el día y le preguntaba hace rato a la virgen como le haría para conseguir los doscientos pesos que le hacían falta.
Recordé que en la cartera tenía precisamente un billete por esa cantidad desde hace varios días. Lo saqué y se lo entregué, él lo recibió de buena gana. Me dijo que estaría cerca, lavando autos y cosas por el estilo. Me preguntó mi nombre, le pregunté el suyo, me despedí y me subía al auto.
Camino a casa me preguntaba si sería auténtico, acaso un estafador profesional. He visto muchas cosas, la gente es capaz de todo por sobrevivir. Uno tiene una oportunidad y la aprovecha, una ventaja y la exprime.
Prefiero pensar que no mentía.
Prefiero irme a la cama con la sonrisa extendida.
Quizá en unos días sepa la verdad.
Me sorprendo agradablemente leyendo tus cuentos, me encanta y sabes porque? porque yo he escrito muchisimos y jamas me he atrevido a enseñarselos a nadie, siento que soy bastante cursi…… pero los tuyos me suenan coherentes y sobre todo de la vida real……. FELICIDADES!!!
Muchas gracias 😀
Alguna vez leí que uno debe seguir su corazón, no importando lo que los demás digan.
Es increíble cómo puede surgir un escrito tan bello de algo, tal vez no tan casual, pero que le diste cierta relevancia; no todos se toman el tiempo de escuchar a desconocidos; pero la mirada es capaz de hablar por el alma… Seguiré visitándote, eres una buena inspiración para continuar con mis cuentos cortos 😉
Muchas gracias 😀
Nos enseñan a dudar y desconfiar de nuestras sensaciones y corazonadas cuando son el motor de nuestro cuerpo. La fe es un musculo, aplicarlo en las personas y en sus acciones es la manera más fantástica de ejercitarlo. En esta ligera historia viaje por varios recuerdos y sentí una enorme empatía que terminó en una sonrisa 🙂
Es cierto lo que dices Veruna, algún día quizá me platiques esa historia 🙂
Me encantaría. Estamos en contacto 😀