Leyendo a Stephen King encontré una especie de recomendación que hace sobre el argumento en las historias, menciona que las mejores historias no inician con un argumento. Esto me hizo reflexionar sobre las cosas que he escrito hasta entonces y creo que tiene razón.
Salvo que escribas un manual o guía, es mejor si no planeas la historia y dejas que esta misma se desenvuelva. Así resulta más natural, más vívida.
Unos meses atrás decidí que necesitaba hacer un inventario de todas las historias que inicié y se empolvan en los rincones de mi memoria. En gran medida porque temo algún día olvidarlas. Encontré diez y siete historias incompletas, y al día de hoy se siguen acumulando. La razón, no me siento satisfecho con el argumento.
¿Se imaginan lo que esto significa entonces?
Con los últimos cuentos que he escrito llevé a cabo algo similar a lo que King dice. Es algo que con la práctica uno va descubriendo. Me senté frente al iPad/Computadora y decidí escribir hasta que se me cerraran los ojos o me reventara la vejiga de tanto café. Escribí, escribí y escribí. Después de cada sesión terminaba siempre satisfecho, con ganas de seguir escribiendo.
Así terminé “El valle de los muertos” y pronto terminaré “La máquina de la consciencia universal”. Ya lo hice, di la primicia.
La idea detrás de esta técnica es muy simple: parte de una idea pero no pienses lo que va a ocurrir, imagina lo que va a ocurrir.
Tal vez suene a lo mismo o de plano no tenga sentido, lo que quiero decir es que la historia resulta más interesante cuando uno no la planea, cuando decidimos dejar la imaginación volar y que la historia termine donde deba de terminar.
Dicho esto, ahora veo que uno no planea escribir una novela o cuento, uno debe escribir una historia y dejar que esta se convierta en lo que tenga que convertirse.
Planeo entrar un poco más a detalle con esta técnica una vez que publique mi siguiente historia.
Mientras tanto, cierra los ojos e imagina cualquier cosas. Ya está, tienes lo necesario para escribir una buena historia.
.
horibleeeee
🙂