Andaba en la oficina que no es mía, cuando el director general me mandó llamar. Se trató de una mini junta en donde platicamos con alguien que ofrece desarrollar algo para ellos. Yo, que no tenía ni idea de lo que ocurría, respondí a todas las preguntas sin pensarlo demasiado. Entonces el cuate este me mira y le dice al director algo como esto:
―Es el primer ingeniero que conozco que sabe de lo que está hablando.
Se levanta y me da un apretón de manos por segunda ocasión.
―Ni parece ingeniero ―concluye.
Yo solo sonreí y miré al techo.
La plática continúa y dice una serie de cosas por el estilo, aunque no tan halagadoras. Sé que se trata de un juego, uno que he jugado ya varias veces. Se trata de meter un pie e intentar que lo apoye de alguna forma. Como sea, son puntos extras para mí.
De un tiempo para acá me he dado cuenta que en mi profesión (y tal vez en todas las profesiones) hacerse de una reputación ayuda bastante, por lo menos para conseguir más trabajo.
Así que no parezco ingeniero, entonces me pregunto ¿a qué me parezco?
Desearía que la respuesta sea “a nada que hayamos visto”, pero tal vez sea pedir demasiado 🙂
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